-Hola, qué bueno que me atiendas; estuve llamándote hace unos días -dijo Ricardo, con un enojo mal contenido.
-¿Cómo estás? Yo también quería hablar con vos, pero no sé que hice con tu número -contestó Ramiro, mintiendo sin reparo.
-El otro día cuando te llamé te hablaba pero vos no escuchabas nada -acusó Ricardo sin intentar contener su emoción
-Sí, es verdad, y yo como un tonto ni me fijé del número que me llamaban.
-Qué raro que otras veces que llamé me daba apagado tu celular – casi gritó Ricardo.
-Bueno no es tan raro: soy de apagarlo seguido, no me gusta estar pendiente del teléfono -argumentó con desgano Ramiro.
-Es verdad, no está bueno eso de estar al pie del celular, pero qué bueno que nos pudimos comunicar- dijo Ricardo y se sorprendió por su inesperado y ridículo tono de alegría
-Sí, es la comodidad de la tecnología poder hablar casi cuando queramos. Tenía que contarte algo…
-Yo también. Ahora me acuerdo que las veces que llamé fue cerca de la cena, por eso seguramente lo tenías apagado.
-Claro, es lo que te decía, tengo momentos en que lo apago y sabés que no entiendo de esas cosas, después ni miro quien llamó -dijo Ramiro y dejó escapar una risita estúpida.
-Tenés que aprender; es muy útil -apuró, adoctrinando, Ricardo
-Sí, claro, pero soy de aprender las cosas inútiles, como los colores de los equipos de fútbol más desconocidos -informó Ramiro con un exótico orgullo, y preguntó:- ¿Sabés de qué color era la camiseta del equipo de fútbol Lorca cuando enfrentó a Murcia?
Ramiro pensó un rato y con genuino interés preguntó:
-¿Lorca es un equipo de fútbol?
Aceptando lo que para él era una oceánica ignorancia, y con toda la indulgencia posible, Ramiro dijo como un soplido:
-Sí, de España
-Bueno, sí, que es español podía llegar a adivinarlo, pero que existiera no creo.
-Te puedo asegurar que hay equipos con nombres muchos más raros
-La verdad, nunca me interesó el futbol, pero qué bueno que me hayas atendido -dijo Ricardo tratando de volver al sentido del llamado.
-Sí, es verdad. Qué bueno poder hablar. Igual te digo, la próxima vez voy a tu casa y listo; es un lío comunicarse con todo lo que tenemos para hablar -dijo con tono de denuncia Ramiro.
-Bueno, es cierto, pero acá estamos hablando -suavizó Ricardo.
-Sí… Eso sí, te llamo mañana porque quiero decirte algo y ahora no deja de sonar el timbre -mintió Ramiro, sacándose la charla de encima.
-Bueno, sí, con lo cómodo que es esto de poder decir las cosas importantes cuando uno quiere, espero tu llamado -dijo, contento, Ricardo pero ya se escuchaba un silencio absoluto en el celular.