Un episodio asegurado

Su encanecida cabeza se movía lentamente de un lado hacia otro; yo no mostraba interés por el juego y eso hizo que él se negara a seguir, dejando el mazo de cartas a un lado, sólo nos dedicamos a mirar por la ventana; una lluvia interrumpida y lenta. Un silencio compartido y lo hipnótico de la lluvia nos dejó quietos por un buen rato.

Cuando empezó a hablar casi me molestó (la lluvia me gusta verla en silencio) y hasta me costó entender lo que decía. Una palabra me arrancó del letargo, de la lluvia, de la ventana y del aburrimiento. Hoy recuerdo esa palabra y lo que sentí en ese momento, y lo vuelvo a sentir. Hablaba sin apasionamiento, como una desganada confesión:

-Ya estoy casi afuera y eso es mejor para todos –decía y repetía eso de que él estaba casi “afuera”.

A mi tío no lo volví a ver, esa noche lo llevaron de urgencia al hospital, por una intoxicación que fue mucha para que su cuerpo la aguantara, y para que los médicos la sacaran. Mi prima pudo anotarse en la universidad y mi tía pudo por fin comprar una casa; a mí me dejó muy triste; estuve serio durante mucho tiempo. 

Me vuelven sus palabras y me da miedo pensar algunas cosas. 

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