A la deriva

Con los ojos fijos en un pensamiento, bajo un cielo triste, sobre mis piernas cansadas voy seguro de no saber a dánde. Hoy es un buen día para no dejar de fumar, murmuro y fumo. Ahora estoy en una plaza que no reconozco, mirando sólo por tener los ojos abiertos. Me tumbo en un banco y me relajo. Me despierto sin sorprenderme de haberme dormido. Siento la urgencia de volver y la incomodidad de no saber a dónde. El cielo sigue nublado y mi cabeza, un poco más despejada. Camino rápidamente tratando de encontrar algo que me diga dónde estoy. Leo los nombres de las calles y la sensación es la misma que se experimenta al recordar fragmentos de un sueño. Estaré soñando, me pregunto, pero quien sueña nunca se pregunta eso. Mi humor mejora, hasta disfruto de caminar y puedo decir (ahora que la lucidez me asiste) que no sé desde cuándo camino a la deriva. 

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