Lo vi llegar, sintiendo lo que hice sentir.
Pagando una deuda que intenté olvidar.
Son palabras como balas.
Son clavos en el alma.
Lo vi llegar, trayendo un dolor ya visto,
un silencio como un grito.
En el umbral de sus labios,
una mueca triste me saludaba.
Pesado infortunio diario que lo hostigaba.
Lo vi llegar, mostrando no poder más.
La potencia de la impotencia toma su lugar.
No sé cómo ayudar.
A veces la vida es un peligroso búmerang.