Melodías

Por la ventana puedo notar que está nublado y amaneciendo. En mi televisión empieza un capítulo de ALF. Me quedo para comprobar que en algún momento lo he visto. Ir a la cama me demanda un esfuerzo que no voy a hacer, y el acto de acomodarme en el sillón me saca una sonrisa dubitativa. La ventana me muestra, gracias a una fina lluvia, un paisaje en blanco y negro. 

La melodía ronda y en toda la noche no pude materializarla en la guitarra.

Me inquieta saber que no soy capaz. Entonces la silbo y compruebo que ya no es la misma que quería atrapar. La juzgo inferior al tiempo que adjudico a la primera detalles de genialidad, y poca resistencia a mi olvido.

Pienso lo bueno que sería poder guardar cosas importantes dentro de un cajón, cosas que se escapan: una tormenta y mi vieja co-

rriendo por la casa poniendo baldes en cada posible gotera; una tarde sin escuela, risas, miradas y esquivas melodías. Abrir el cajón y escuchar tu voz, sentir el olor a mandarina que me perseguía de chico. Se me ocurren mil cosas más pero busco la guitarra, y con semejante sueño no consigo ni afinarla. Me acomodo en el sillón cierro los ojos y silbo la melodía, pero ya no sé cuál, si la genialidad o la otra. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio