Colateral

Dejó en el cajón el celular nuevo y salió con la tranquilidad que le daba saber que no llevaba nada de valor. “Aunque no llevar nada de valor tiene su precio” pensó, un poco incómoda con la sensación de que alguien pueda estar llamándola, o necesitar hacer una llamada de urgencia.

Esta inquietante idea maduró hasta llevarla a comprar un celular de mucho menor costo, y así salir más segura ante la inseguridad.

“Pero también estaba el reloj” entonces lo dejó al lado del valioso y cuidado celular. Ahora… salir sin reloj por más que tuviera la hora en el celular suplente, era inconcebible. No le salió nada caro uno nuevo, aunque mucho más feo que el que descansaba de todo robo en el cajón. ¿Y el collar? Se sobresaltó cuando se vio en el reflejo de una vidriera. “Si me lo roban me muero, o me matan al sacarlo” murmuró y se lo sacó y guardó en la cartera, para llevarlo al lado del reloj y del celular, lejos de toda violencia. Así siguió con varios objetos más. Ganaba en tranquilidad y sumaba una imagen bastante desmejorada.

Poco a poco todos los accesorios baratos también fueron guardados de potenciales ladrones, pero de menor calidad ya no conseguía.

Se la podía ver caminando ligero con un vestido floreado (siempre el mismo). 

Nunca llevaba nada. Una imagen tan austera que más de uno en el barrio hablaba de algún desequilibrio mental o aventuraban que el alcohol, el juego o que algún hombre la dejó tan distinta. Nadie sospechó que los daños colaterales de la inseguridad pueden dañar tanto. Ella lo vivió y nunca lo supo. 

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