Veneno para hormigas

A la cuarta página de haber empezado a escribir mi novela, me doy cuenta de que no tengo nada más que decir. Vuelvo a leer solo para confirmar lo que sospechaba: que en cuatro páginas no había dicho casi nada. Salgo al patio a tomar un poco de aire e inconscientemente murmuro una canción de Sabina y miro una perfecta fila de hormigas. Sigo con la mirada esos puntitos que, de tan cercanos, forman una raya que se mueve. Apuro la mirada para ver su final y me sobresalto cuando veo que desemboca en una rata muerta. En el cadáver ya no había orden. Las hormigas se movían frenéticas por todo el cuerpo. Un constante orden y un aparente caos me mostraban las hormigas. Pensando en eso salí en busca de venenos para ratas. Me vendieron unas pastillas ovaladas celestes que debía colocar en cada rincón del patio. Agachado entre las macetas y con guantes de lavar los platos iba dejando caer las pelotitas de rugby. ¿El hambre será más fuerte que el miedo al veneno? Porque la verdad no creo que sean tan tontas de comer cualquier cosa, pero bueno… yo no sé nada de ratas.

Me siento delante de la pantalla con intención de contar algo. Pero me rindo antes de empezar y me voy a dormir. A la mañana siguiente tomo mates pensando en el obvio sueño que tuve, si es que los sueños pueden ser obvios.

Me veía a mí mismo sentado en el patio, comiendo desesperadamente veneno celeste, y una fila de hormigas dirigiéndose hacia mí. Cuando comenzaron a subirse a mi cuerpo, yo no podía moverme y el caos de hormigas no me dejaba ver nada. Por fin pude mover una mano y toco algo peludo. Refriego mis ojos con la otra, para poder ver mi mano apretando una enorme rata que empieza a morder mis dedos y vuelvo a no poder moverme.

Otra vez en la computadora y lo mismo, el mismo vacío completo de ganas.

Prendo un cigarrillo y salgo al patio tratando de recordar la melodía que murmuraba ayer. Busco con la mirada y encuentro la fila de hormigas. Rápido, me dirijo al final y encuentro una cucaracha que casi no se ve por el caos conocido. Tiro la colilla del cigarrillo y cae justo sobre las hormigas, que apenas rompen filas y vuelven a armarse otra vez y seguir adelante. Creo ver otra fila atrás de una maceta, y varias en la pared blanca. No quiero saber si tengo mi patio lleno de cadáveres. Entonces lo decido y voy por veneno. 

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